23 abr 2013

¿PERIODISMO O ESPECTÁCULO?


Una suplantación de identidad que derivó en suicidio y las fotos de un hombre atropellado por el metro desatan la polémica. La audiencia no lo justifica todo.


Nadie pudo evitar tampoco el suicido de la enfermera que transfirió una llamada telefónica de dos locutores de una emisora australiana que se hicieron pasar por la reina Isabel II y el príncipe Carlos.

Otro episodio fue que El diario estadounidense New York Post publicó a toda página la fotografía de uno de sus colaboradores, que mostraba a un hombre segundos antes de morir aplastado por un metro en Nueva York. Nadie le ayudó. Ni el fotógrafo, ni ningún otro viajero.

Ambos sucesos han reabierto el debate sobre el papel que los medios de comunicación deben desempeñar en situaciones críticas y cuáles son las barreras deontológicas que los profesionales no pueden traspasar al ejercer su labor. ¿Debe involucrarse el periodista para intentar salvar una vida o su trabajo se debe limitar a observar la realidad y transmitirla? ¿Es ético suplantar la identidad de otra persona para obtener una información? Se considera que los profesionales tienen que involucrarse en la sociedad.

En el caso del fotógrafo del metro de Nueva York, entiende que debería haber soltado la cámara y acudir en su auxilio.

Suplantar identidades “es parte de las bromas radiofónicas más frecuentes... pero al final se desvela el truco, el engaño”. Porque “engañar y no desvelar el truco otorga una intencionalidad inaceptable”.

“Los locutores australianos han ido más allá de la broma”. “Pero no haberle dicho a la enfermera que era una broma es no jugar limpio. No creo que sean responsables de su muerte, pero no han actuado correctamente”. “Una broma tiene que ser simpática. Se puede poner a las víctimas contra las cuerdas, pero sin pasarse. Hay que usar el sentido común”. Son divertidas, pero no podemos hacer que el espectáculo pase por encima de la persona”.

Se tiende a confundir entre periodismo y entretenimiento, “Cuando un tipo que hace una llamada telefónica desde un programa de radio para mofarse de alguien, eso no es periodismo, es espectáculo”.

La supeditación de la ética a la dictadura de la audiencia conduce a menudo a la inmoralidad y la ilegalidad.

En  el caso de conflicto, está claro que debe prevalecer la protección de la vida y la integridad de las personas sobre el derecho a la información. Incluso si la persona estuviera muerta.

Distinto fue el caso de la niña Omayra Sánchez, que permaneció durante tres días atrapada entre piedras y palos con el cuerpo anchado en el fango y el agua hasta el borde la boca. Fotógrafos y equipos de televisión registraban segundo a segundo los trabajos del Ejército para intentar liberarla. Pero enmudecieron al llegar el fatal desenlace.

Comentario y opinión personal
La sociedad actual está siendo anestesiada con el poder que ejercen los medios de comunicación. Los ciudadanos, en muy pocos años, hemos pasado de estar mínimamente informados a tener una información al segundo. Dicha información casi siempre nos satura, no sabiendo distinguir, a veces, lo bueno de lo malo y lo ético de lo que no lo es.

Hace años cualquier empresa de comunicación, a la hora de dar una noticia que pudiera perjudicar a terceros, investigaba, sopesaba y estudiaba. Una vez analizados todos los flecos procedía a su publicación o no.

En pleno siglo XXI, en una sociedad que tiene de todo, se ha impuesto la cultura del “todo vale” con tal de vender. Hoy en día abundan las noticias de usar y tirar. Los grupos editoriales luchan por ganarse  la audiencia a cualquier precio no importándoles en absoluto el daño que puedan ocasionar a cualquier persona. Saben que aunque sean sancionados por la Justicia, les compensa  ya que el beneficio es mayor que la sanción a la que puedan hacer frente.  Sólo les importan las cuentas de resultados y sus índices de audiencia. Si más tarde ocurre una desgracia motivada por su publicación, se ponen paños calientes diciendo  ¿en que hemos fallado?, pero pasados esos minutos de reflexión vuelven a la carga.
No hay nada más que ver la forma de hacer periodismo hoy en día donde prevalecen los intereses de dichos medios ante los de los ciudadanos. 


No hay comentarios: